25 Ene

Lo magro, lo gordo y lo hinchado

Comencemos por aclarar los conceptos: qué entendemos por «gordo»; qué por «magro» y qué por «hinchado». Aunque no hace falta ser un expermentado anatomista para distinguirlos, los definiré brevemente. Lo hinchado es lo que está lleno de aire, lo que parece voluminoso pero en el fondo es futil, intrascendente, vano. Imaginemos la cáscara de una nuez que no tienene nada dentro y que al abrirnos nos decepciona. Algo así. Lo gordo es lo que parece voluminoso y, en efecto, lo es; pero lo es porque está compuesto de grasa y la grasa son reservas de energía mal acumuladas que a la larga resultan nocivas para la salud, muy nocivas.  Por último, tenemos lo magro, la fibra, lo que que está procesado y trabajado; en otras palabras, lo sólido. ¿Me he conseguido explicar?

-¿Qué entrada más rara? -os estaréis diciendo. ¿Acaso nos vas a hablar hoy de nutrición?

No, no voy a hablar de nutrición. Voy a hablar de cómo podemos trasladar estos tres conceptos -algo bastos, todo hay que decirlo- a nuestras decisiones diarias. Para ello imaginemos una persona cualquiera; llamémosla María (el nombre femenino más común en nuestro país). María, estudiante de la Universidad de Oviedo, dispone de treinta y cinco euros cada semana para gastar. El abono semnal al gimnasio le cuesta cinco (veinte al mes) y sólamente lo usa para hacer cinta hora y media cada sesión, dos sesiones a la semana semana. En cambio, vive a media hora caminando del centro de su ciudad a donde acude en autobús tres veces cada siete días (justo los laborables que no va al gimnasio). El abono le cuesta otros cinco euros por semana, también veinte al mes. Es decir, para ocio puro dispone de veinticinco euros.

Los días de diario que baja al centro, consume un refresco de cola a dos euros, lo que, de lunes a domingo, le supone seis euros. Gasta diez en salir el fin de semana y los nueve euros restantes los dedica a veces a tomar  doble ración de refrescos o en darse un capricho comprando figuritas de los chinos por el mero hecho de que «le hacen gracia». Quiere comprarse una tablet que le resultaría muy útil para tomar apuntes en clase, pero nunca le llega el dinero y sus padres no se lo dan.

De todo esto, podemos extraer varias conclusiones. María gasta cinco euros a la semana en caminar tres horas sobre una cinta de gimnasio y a la vez gasta otros cinco euros en no caminar tres horas por la calle, es decir, los cinco que le cuesta el autobús. ¿Absurdo verdad? ¡Gasta lo mismo por hacer una cosa y por no hacerla!  A su vez, paga como mínimo seis euros por tomar refrescos de cola, cuyas calorías trata de quemar asumiendo nuevos costes, aunque hay semanas que se deja en ello hasta doce euros. También derrocha el excedente en muñequitos de los chinos nadie sabe muy bien por qué.

¿A dónde quiero llegar con este ejemplo tan insulso? A lo largo de todo un año, María invierte grandes sumas de dinero en lo hinchado, en cosas inútiles -y eso cuando no neutraliza los efectos de sus gastos pagando por una cosa y también por la contraria (por andar y por no andar, como ya hemos dicho). Podríamos replicar diciendo que invertir en ir al gimnasio está muy bien, pero -eso sí- no como ella lo hace. Ir al gimansio es un buen gasto pero aquí mal planteado y al final es obvio que supone un lastre porque, si cambiara levemente su comportamiento (yendo andando en vez de en autbús o no consumiendo tantos refrescos de cola), liberaría recursos. Precisamente, como invierte sus recursos en lo muy inútil -las figuritas de los chinos, es decir, en lo hinchado, lo que no nos rinde aunque a primera vista pensamos que sí- y en lo útil mal planteado que al final termina siendo lastre -lo gordo-, a la postre no le queda dinero para comprar la tablet anhelada -la fibra, lo magro, lo que nos resulta útil-, aquello para lo que necesita ahorrar. Con la gestión del tiempo suele suceder lo mismo. ¿Cuántas horas perdemos en el tablón Facebook viendo por tercera vez las publicaciones que nos llevan apareciendo toda la tarde? Así las cosas, aquí van tres consejos.

  1. Distingue lo hinchado (aquello que pese a los recursos que le dedicas, no te aporta nada); lo gordo (lo que te aporta pero mal, por ejemplo perder el tiempo subrayando un manual de la uni sin leerlo realmente, es decir, quedarse en esa sensación de falso estudio) y, lo magro (lo verdaderamente útil y lo que genera efectos positivos para el futuro. Intenta explicarte por qué has incluido cada acción en los tres grupos anteriores.
  2. Estudia cuántos recursos (dinero, tiempo, preocupaciones…) dedicas a cada cosa. Es fundamental hacerlo con realismo y cuantificándolo realmente, sin autoengaños.
  3. ¿Qué es lo que nos queda? ¡Exacto! Cambiar la asignación. Considera el total de recursos disponibles y elabora unos nuevos presupuestos.

De este modo, conseguiremos orientar cada una de nuestras vidas hacia lo magro, hacia lo que en verdad tiene sustancia. Por decirlo de una manera más elevada, conseguiremos orentiar nuestra vidas hacia lo fundamental.

18 Ene

La importancia de la inteligencia emocional

El año pasado mientras estudiaba fuera, escuchaba en una cafetería a una pareja que hablaba sobre las claves necesarias para ‘triunfar’ en la vida y ser una persona ‘exitosa’. En primer lugar tener una carrera con buenas notas, lo que prueba que eres una persona muy inteligente, tener méritos, cuantos más, mejor y además tener experiencia profesional, entre otras. Recuerdo sentirme un poco frustrada de escuchar esta conversación, ya que, pese a que estos son elementos importantes, se dejaban algo en el tintero: La inteligencia emocional.

Para aquellos a los que os suene (o no), la inteligencia emocional es la capacidad que una persona tiene de entender, seleccionar e identificar las emociones de uno mismo, y las de los demás para obtener resultados positivos. Es decir, es el arte de aprender a gestionar bien las emociones, para crear una atmósfera positiva con uno mismo y con la gente que nos rodea.

Uno de los profesionales en la investigación de este concepto fue Daniel Goleman, que popularizó con su libro Inteligencia Emocional en 1995. Es además speaker de una charla TED, que podéis ver al final de esta entrada.

Saber gestionar nuestras emociones no significa que llevemos siempre puestas las gafas de color rosa, y que no esté permitido frustrarse o enfadarse cuando las cosas no salen como deseamos.

La vida está llena de circunstancias que no podemos controlar. Sin embargo, sí podemos controlar nuestras emociones, lo que proporciona un mejor equilibrio mental con nosotros mismos y aquellos a nuestro alrededor, lo que afecta nuestra salud física, mejores relaciones, mayor satisfacción personal e interpersonal y según varios estudios, mayor éxito profesional. Además, sabiendo identificar qué nos ocurre, o que le ocurre a alguien y cuál puede ser el motivo, podemos utilizar las emociones para desarrollar una mayor capacidad de empatía y ayuda hacia los demás.

En su libro, Goleman afirma que lo que marca el éxito o el fracaso entre dos personas con el mismo CI, o incluso una persona con un CI por encima de la media, es precisamente la inteligencia emocional.

Goleman clasifica la inteligencia emocional como un término dividido en dos facetas:

  1. Inteligencia Personal: Es el modo es que nos conocemos y relacionamos con nosotros mismos, y comprende 3 partes:
  • Conciencia en uno mismo: Consiste en la capacidad de identificar y conocerse a uno mismo, tus debilidades, puntos fuertes, entender nuestros estados de ánimo.
  • Auto-control de sí mismo: La habilidad de controlar nuestras propias emociones e impulsos, es decir, pensar antes de actuar. Como por ejemplo, saber decir No.
  • Auto-motivación: El propio término la define. Es la habilidad de seguir adelante, con perseverancia, haciendo frente a las dificultades y levantándose al caer.
  1. Inteligencia Interpersonal: Esta por el contrario, determina el modo en que nos relacionamos con los demás:
  • Empatía: Según la RAE, es la participación afectiva de una persona en una realidad ajena a ella, generalmente en los sentimientos de otra persona. Ponerse en el lugar de otra persona.
  • Habilidades sociales: Es el talento en el manejo de las relaciones con los demás. Conocer a gente nueva, interesarse por historias de los demás, dedicarles tiempo de calidad… etc.

La importancia de la inteligencia emocional es que, las emociones, cuando no se manejan correctamente, pueden hacernos mucho daño, y tienen una influencia en nuestra vida diaria, tanto personal como professional, mucho mayor de lo que pensamos.

En la charla TED que encontráis aquí, Goleman cuenta como un día de hora punta, en el metro de Nueva York, cientos de personas pasaban por encima de un bulto que había el en suelo. Goleman, que recientemente había estado investigando sobre el creciente número de personas sin hogar en Nueva York, no tardó mucho en darse cuenta de que era una persona, a medio vestir, tiraba de costado en el suelo, inconsciente. Era una persona inmigrante que no hablaba inglés, no tenía hogar, ni trabajo, llevaba días sin comer y se había desmayado de hambre. Tras la reacción de Goleman de agacharse, este cuenta que no hizo falta más de un segundo para que una segunda persona también se agachara para ayudar, a lo que siguió una tercera, una cuarta, hasta formar un gran corro, en el que cada una ayudaba de diferente manera como mejor podía.

Acciones como estas desarrollan una mayor inteligencia emocional: compasión, empatía, conciencia de uno mismo y los demás, por esto, dice Goleman, se mantiene optimista, y yo también.

 

 

15 Ene

El valor de lo (in)material

Ahora que han pasado fechas como la Navidad, uno reflexiona. Reflexiona sobre los regalos, el dinero, como han transcurrido esas fechas típicamente familiares, de reuniones de amistades y de comidas interminables.

Pensando sobre estas cosas, casualmente uno se puede encontrar experimentos sociales como este del que os voy a hablar, que no hace más que hacerte reflexionar aún más si cabe. El experimento fue llevado a cabo por un grupo de jóvenes, la Generación del 2015, que se autodefine como “Un movimiento de Millennials que busca desarrollar y difundir los valores fundamentales universales del ser humano mediante el desarrollo de acciones multimedia con el objetivo de concienciar, crear tendencia y generar acciones de cambio en la sociedad”. Al parecer, no toda la juventud estamos perdida, quién lo diría. Chúpate esa educación, ¡algunos sí que consiguen sacar algo bueno de ti!

En el experimento preguntan a 27 jóvenes una serie de cuestiones, hasta que al final descubrimos cual era el sentido de todo ello. Antes de hacer cualquier spoiler mejor os lo dejo aquí, lo veis y después hablamos.

¿Cómo te sientes ahora?¿Qué es lo que despierta en ti todo esto? A mí personalmente me descolocó. Siendo sinceros, cuando pienso en regalar algo ya sea cumpleaños, Navidad, o cualquier otra fecha marcada en el calendario como “Día del Consumo”, no suelo pensar en un simple día con esa persona haciendo lo que más le guste (como jugar a las cartas, un paseo por el pueblo, tomar ese té juntos que tanto le apasiona…). Es triste, que en una sociedad en la que se presume muchas veces de ser personas coherentes, la incoherencia esté tan arraigada que ni la notemos. ¿Cuántas veces habéis dicho o habéis oído la frase “Yo no soy materialista”? Y ahora pensad, en cuántas ocasiones pensáis que eso es cierto, ya no al 100%, sino al 80% (para dar un margen de error, no podemos ser perfectos).

¿Un poco de culpabilidad estoy oyendo ahora mismo? Ahora quizás llegará, para algunos, el momento de intentar redimir ese error, y planear ser menos materialistas. Dentro de estos, un pequeño porcentaje conseguirá llevar a cabo una parte pequeña de ese plan, nada comparado con sus expectativas (y el resto habrán dejado sus maquinaciones en ese mundo que Platón llamó Mundo de la Ideas, demasiado perfectas para existir en nuestro mundo). Y dentro de todo esto, con suerte, con muchísima suerte, uno de todos nosotros conseguirá su objetivo, abandonar un poco las convenciones sociales y disfrutar de la libertad que sólo el que se ha fugado disfruta.

Todo esto, es lo que diría esa persona negativa, que quizás sea verdad, pero que muchos intentan combatir. Grupos como Generación del 2015, o TEDxOviedoUniversity (sí, aquí llega la autopublicidad, alguna flor nos tendremos que echar), están compuestos por gente que apuesta por un futuro, que apuesta por el cambio, por la mejora, por abrir ese Mundo de las Ideas al público.

Muchas gracias a toda esa gente, ¡ESA ES LA ACTITUD! Sigamos caminando en esa dirección, solo puede salir algo bueno de ello. Y en este caso creo que se han removido muchas conciencias, ¡veamos que sale de ello!

11 Ene

Doce máximas sobre #actitud para este año que comienza

Como sabemos que estáis de exámenes no os queremos entretener demasiado. Simplemente, doce máximas de mi particular gusto para este año tan nuevo… ¡tan reciente!

ENERO:

El porvenir no existe, la vida es un «porhacer». (Jesús Huerta de Soto).

FEBRERO:

No hay un solo día de mi vida en que no haya sido feliz, al menos un ratito. (Roberto Bolaño)

MARZO:

Cuando apuntas con un dedo, recuerda que los otros tres dedos te señalan a ti. (Anónimo).

ABRIL:

El mundo esta lleno de cactus, pero no nos tenemos que sentar en ellos. (Will Foley).

MAYO:

Si no consigues todo lo que quieres, piensa en las cosas que no quieres y que no consigues. (Oscar Wilde).

JUNIO:

Comer bien y vivir santamente. (Felipe Neri)

JULIO:

Vale más ser primero en la aldea que segundo en Roma. (Julio César).

AGOSTO:

No puedes parar las olas, pero puedes aprender a surfear.(Jon Kabat-Zinn).

SEPTIEMBRE:

Aquel que quiere permanentemente «llegar más alto» tiene que contar que algún día le invadirá el vértigo. (Milán Kundera).

OCTUBRE

En todo, amar y servir. (Ignacio de Loyola).

NOVIEMBRE:

Hoy un lector; mañana un líder. (Margaret Fuller).

DICIEMBRE:

Cuando el destino con su aljaba al hombro / te apunte o te recluya en su guarida / rehazte, y con la punta de sus flechas / dibuja un nuevo día. / Y en cada contratiempo que atravieses / un nuevo reto al que vencer contempla; / así también el fuego / nos hace reaccionar cuando nos quema. (Daniel Rodríguez Rodero).

09 Ene

Érase una vez, hace diez años…

El 9 de enero del 2007, hace exactamente diez años, comenzó una nueva era. ¿Quién nos iba a decir a los amantes de las blackberry o a los usuarios de un ladrillo por móvil que diez años más tarde casi todo el mundo tendría un smartphone?

¿Smartphone? ¡¿Qué es eso?! ¿Acaso teníamos idea alguna de lo que se nos venía encima?

Pantallas táctiles

Música, internet y llamadas en un solo dispositivo

Cámaras con buena resolución

Imágenes que se pueden ampliar con un solo gesto de dedos

Diseño sencillo y elegante

Y un larguísimo etcétera. El iPhone marcó un antes y un después en la usabilidad de los teléfonos móviles. Hayas tenido o no un iPhone a lo largo de tu vida, ten por seguro que tu smartphone actual ha adquirido características del iPhone. Cada vez los smartphones son más sencillos, con pantallas más grandes, menos botones, con interfaces de usuario más sencillas y elegantes…

Hay gente que ama Apple, sus dispositivos y su sistema operativo. Otros, en cambio, lo odian. Es normal, en la variedad está el gusto, no tiene que tener todo el mundo la misma opinión. Sin embargo, no podemos negar que, sea cual sea, de la marca que sea, el smartphone que tienes entre tus manos, en tu bolsillo/bolso o encima de tu mesilla de noche en este preciso instante, éste no hubiera sido el mismo si aquel 9 de enero de 2007 Steve Jobs no hubiera presentado el iPhone.

¿Quién hubiera pensado hace diez años que tanta gente se gastase cientos y cientos de euros en un smartphone? ¿Que estuviéramos dispuestos a gastar tanto dinero en un dispositivo móvil?

Para quien no haya visto la presentación, dejo el video aquí para que podáis echarle un vistazo:

¿Cómo creéis que sería nuestra manera de comunicarnos hoy en día si no hubiera existido el iPhone? ¿Creéis que utilizaríamos Whatsapp, Facebook, Instagram y demás aplicaciones tal y como hacemos ahora? ¿Creéis que existirían dichas aplicaciones para móviles?

El iPhone fue el sueño y obra de un visionario, de una persona que luchó siempre por destacar, por ser diferente, por ofrecer al mundo un sueño y que el mundo entendiese su objetivo.

¿Cuál es tu sueño?

04 Ene

¿Sincero o sincericida?

La sinceridad es algo que casi todos valoramos en las personas que nos rodean. Decimos y/o escuchamos continuamente frases como “yo lo que más valoro de una amistad es la confianza y la sinceridad”, o “me contaron lo que iba diciendo de mí, es una falsa”, por poner un ejemplo.

Pero ¿qué es la sinceridad? ¿Cómo tiene que ser o actuar una persona para ser considerada “sincera” hoy en día?

Actualmente la sociedad considera sincera a una persona que dice todo lo que piensa, sin filtros, sin morderse la lengua, sea para bien o para mal. Sin pensar en las consecuencias. Sin pensar en el que recibe esas palabras. Estas personas, además, se distinguen porque de vez en cuando acompañan toda la retahíla de su discurso con un broche dorado en forma de frase:

«Te lo digo por tu bien»

(¡Oh! ¿Sí? ¿Me lo dices por mi bien? Qué curioso, porque ahora estoy hecha una m****a y antes de que me dijeras nada, ¡no!)

La persona que recibe toda esa “sinceridad” muchas veces queda «hecha polvo», con el ánimo por los suelos y totalmente desmotivada. Pero eso no es lo peor de todo: para colmo, hay que agradecerle a ese amigo, familiar o conocido “sincero” sus palabras, ya que te las dice con la mejor intención del mundo, por tu bien…

Hoy en día, afortunadamente, cada vez más se está haciendo hincapié en la diferencia entre sinceridad y sincericidio, entre ser sincero y ser sincericida. Es importante que todos interioricemos esta distinción, que reflexionemos sobre ella.

Sincericidio es expresar tu opinión sobre algo libremente, sin tapujos, a menudo sin que te pidan realmente tu opinión, y sobre todo sin tener en cuenta la reacción que provocarán tus palabras en la persona que las recibe.

Sinceridad es no decir algo que no piensas o sientes, es no mentir, es expresar tu opinión cuando te la piden, pero teniendo en cuenta a la persona que tienes enfrente, sus sentimientos y su posible reacción.

El problema está en que mucha gente considera que ser sincero es ser sincericida, y todo lo que se distancie de eso es ser una persona falsa.

Subestimamos el poder y el valor de las palabras. A menudo escupimos palabras sin pensar, sin reflexionar en la repercusión que estas pueden tener en los demás. Por tanto, para mí una persona que se acerca a otra y le dice “pues sí que has engordado desde que nos vimos la última vez, ¿eh?”, es un sincericida. La conocida del pueblo que le dice a una madre que camina con su hijo “vaya cómo tiene la cara tu hijo, ¡cuántos granos!” es una sincericida. El abuelo que le dice a una de sus nietas “deberías estudiar más para sacar las notas que sacan tus primos” es un sincericida. Personalmente, me ofende que a estas personas se las llame “sinceras” y encima se les tenga que dar las gracias.

Las cosas se pueden decir de muchas maneras, y no sólo a bocajarro. Hay cosas que tienen que ser dichas, sí, por el bien de un amigo, un hijo, un padre, un hermano… Pero pueden ser dichas con cuidado, tratando de no dañar al otro, siendo empático, hablando con cariño.

Y, por otro lado, hay cosas que no merecen la pena ser dichas. No es insincero quedárselas para uno mismo, si tu intuición o tu cabeza te dicen que esas palabras no van a ningún lado. Tampoco es egoísta reservarte algunas opiniones para ti: egoísta es contar que puede hacer daño a la otra persona por el simple hecho de aliviar tu conciencia, para compartir la carga, para no sentirte insincero o «falso».

Este 2017 intentemos ser más conscientes de nuestras palabras, de su repercusión, y de los destinatarios de éstas. Cambiemos de ACTITUD. Intentemos ser sinceros y no sincericidas. Tratemos de ser menos egoístas, y aprender que, a veces, el silencio es más conveniente que unas palabras mal dichas.

01 Ene

Maravillas del mundo rural

En este primer día de 2017, año nuevo que comienza con todos cargados de ilusiones, esperanzas y propósitos, quería dejaros una preciosa reflexión de nuestra compañera María.

Feliz año nuevo a todos y todas, esperamos que los siguientes 365 días estén cargados de momentos de calidad, de risas, de emociones, de salud y de mucho amor. ¡Ah! Que no se nos olvide…y de ACTITUD.

Vivir en el campo es una cuestión de actitud. De actitud positiva hacia el mundo rural con todas sus dificultades, hacia la naturaleza, hacia la vida en definitiva.

La vida en el campo no es fácil. Hay que trabajar duro en todas las estaciones. No existen vacaciones ni días libres. Pero tiene tan grandes compensaciones que resulta difícil asimilar que hoy nuestras pequeñas aldeas se estén quedando despobladas con la de atractivos que puede ofrecer la existencia en ellas.

Vivir en el campo es estar en contacto con la naturaleza permanentemente. Y en el caso de nuestra Asturias con una naturaleza privilegiada, exuberante, pródiga. Además una naturaleza en permanente cambio. No existen dos días iguales en el campo. El verde de los prados y árboles de hoy ya no es exactamente del mismo tono que era ayer, ni que, por supuesto, lo será mañana. Y no solo es cuestión de tonalidades. Son aromas, aire fresco y puro, sonidos…

Uno de los inconvenientes de muchos puestos de trabajo en nuestra sociedad industrial, o mejor dicho postindustrial, es la monotonía. La repetición desmotivadora y cansina. Esto no ocurre con el trabajo del campo ya que este es absolutamente cambiante. Cada época del año tiene sus tareas distintas. La primavera con las siembras, el verano con las recolecciones, el otoño con la recogida de frutos y el invierno, la época de menor trabajo, se aprovecha para aquellas cosas que no se pudieron hacer durante las otras épocas y también para el descanso porque el cuerpo necesita acumular energía para la primavera siguiente.

Son las aldeas de nuestra tierra lugares muy poco poblados en la actualidad pero eso no significa que la gente se sienta sola en ellas. La soledad no es un problema de número de personas que nos rodean sino de interacción o relaciones entre ellas. Y en los pueblos la gente interactúa y se relaciona. El anciano que vive solo en la aldea vive menos solo que en la ciudad porque sus vecinos siempre van a estar pendientes de él. De mirar cada día si abrió la contraventana, si la chimenea echa humo, en fin, si da señales de vida. Y si no las hay, en seguida irán a comprobar que está bien, que no necesita nada. Es impensable en un pueblo cruzarse con un vecino y no parar unos minutos a hablar. Las puertas exteriores de las casas siempre están abiertas durante el día en nuestras aldeas de manera que en repetidas ocasiones alguien se asomará a preguntar algo, a comentar algo o a que le ofrezcamos un rato de café y charla.

En el pueblo hay más espacio, más tiempo, más vida sana, mejores relaciones, más calidad en definitiva. ¿Todo es de color de rosa? ¿Existen los problemas y los inconvenientes? Es probable que sí. Si no existieran, no sería un lugar real. Pero como se trata de una cuestión de actitud y mi actitud es favorable a este mundo rural nuestro, me quedo con lo positivo. Ojalá nuestras aldeas tengan futuro, el futuro que se merecen como lugares maravillosos que son. Es mi mayor deseo.

Redactado por María Arnaldo

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