27 Feb

Actitud vs. aptitud (II)

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A pesar de que este tema se ha tocado varias veces en los últimos meses en este blog, me apetecía recordar, teniendo tan cercano el día del evento, qué es ACTITUD para mí y qué diferencia hay entre aptitud y ACTITUD. Este va a ser el eje central de todas las ponencias por lo que conviene traerse una reflexión sobre esto al evento.

Una definición sencilla de qué es la actitud (con «c») podría ser nuestros modos de actuar o ver el mundo. Aptitud sería todo lo aprendido durante una vida, es decir, todos los conocimientos y destrezas adquiridas.

Llevado por ejemplo al ámbito laboral, ¿qué pasa si tienes muchas aptitudes, pero tu actitud no es la que debería ser? ¿Es suficiente con tener un CV espectacular? Si tienes las destrezas pero no posees una actitud adecuada, es difícil lograr un hueco en el mundo laboral.

Por eso podemos decir que una actitud positiva no sólo nos ayuda en el ámbito laboral, sino que en lo personal es un pilar básico para lograr la FELICIDAD.

Todos los días deberíamos orientar nuestra actitud hacia el lado positivo, buscar siempre la motivación para intentar ver la parte positiva de lo que te está pasando, porque existe, aunque en muchas ocasiones parezca que sea imposible. En realidad, excepto las cosas irreparables, todo tiene una parte positiva y sólo hay que esforzarse en verla. Por ejemplo, volviendo al mercado de trabajo, ¿no puede ser la pérdida del trabajo una oportunidad para seguir formándote?, ¿no podrá significar encontrar algo mejor y donde te sientas más valorado?

En definitiva, el camino hacia la felicidad debe comenzar por uno mismo. Y por supuesto, la actitud es una pieza clave.

 

Redactado por María Arnaldo

15 Feb

Y tú, ¿qué comes?

Desde hace varios años tengo la suerte de formar parte de la Asociación Española contra el Cáncer. A través de ellos, no hace mucho, pude asistir a una charla llamada “alimentación anti-cáncer” que daba la especialista en el tema Sonia Oceransky.  Siempre he tenido bastante contacto con la industria de la alimentación y, además, el año pasado conocí a una persona que me contó cómo funcionan los invernaderos en el sur de España. Todas estas cosas juntas me hicieron empezar a reflexionar sobre la alimentación, lo que estamos comiendo y, sobre todo, qué soluciones podía buscar para mejorar mi calidad de vida a través de la comida. Decidí cambiar mi ACTITUD, y empezar a informarme y leer sobre el tema para saber qué es lo que, de verdad, debería ser una buena alimentación.

Con esta entrada del blog no quiero, ni mucho menos, hablar de dietas ni de nutrición, ya que no me dedico a ello, sino que simplemente quiero contaros algunas cosas que probablemente os sorprenderán.

La fruta y la verdura que consumimos y compramos en los supermercados está creada casi en masa, alimentada a base de un montón de pesticidas, hormonas o antibióticos. ¿Son malas? No quiero decir que lo sean, pero sí que es mucho mejor consumir aquellas ecológicas, de una agricultura controlada y eficiente. Cuando vamos a un supermercado, toda la fruta y la verdura tiene un color antinatural, con brillos, ¿es eso normal? Claro que no, es puro marketing, hoy en día compramos con los ojos y por eso la fruta que consumimos lleva todo tipo de añadidos para que cambie su color y textura. No os podéis imaginar las toneladas de fruta y verdura que se tiran al año por que no son estéticas o no tienen la forma que quieren los supermercados.

Mucha gente me dice que todo lo ecológico es más caro y que por eso no lo compran, pero retomando la entrada del blog de mi compañero Daniel Rodríguez Rodero, hay que estudiar cuántos recursos dedicas a cada cosa. Con cinco euros más que una compra convencional a la semana puedes proveerte de productos ecológicos. ¿Es eso caro? Yo creo que es cuestión de prioridades, pero es algo sobre lo que deberíamos empezar a reflexionar. Relacionado con las frutas y verduras también me gustaría comentaros que no hay que hacer caso de las modas, como las de los tan conocidos “zumos détox”. Los zumos de licuadora eliminan toda la fibra de las frutas y verduras, por lo que es igual que si estuvieses tomando agua con azúcar (fructosa). Los smoothies son mucho más sanos ya que llevan toda la fibra y vitaminas, así que cómprate una batidora si no la tienes y desayuna un batido multifrutas, ¡no hay nada mejor!

Otra de las cosas que más me llamó la atención de todo lo que me contaron y leí fue el tema de los cereales integrales. Siempre había pensado que eran simplemente la variante de “dieta” de la pasta normal o el arroz blanco de toda la vida, pero me equivocaba. El pan blanco por ejemplo se elabora con harinas refinadas, a las que se les ha eliminado gran parte del salvado, por ello, aunque sigue aportando una cantidad elevada de almidón, contiene menos fibra y micronutrientes que se pierden con el grano no utilizado. De esta forma, la principal diferencia entre el pan blanco y el integral es la cantidad de fibra y micronutrientes que contienen, que son superiores en el pan integral, ya que la cantidad de calorías aportadas por ambos tipos es muy similar. Lo mismo sucede con el arroz, la pasta u otros cereales refinados, que se les quita parte de su composición y dejan de ser tan beneficiosos para la salud como los integrales.

A pesar de esto, soy una persona que ama la gastronomía y la vida social, creo que la alimentación saludable y el salir a comer o a cenar es compatible siempre y cuando respetes algunas pautas el resto del tiempo.  Creo que si empezamos poco a poco por cambiar lo normal por lo ecológico y lo refinado por lo integral habremos dado un gran paso hacia la alimentación consciente y “saludable”.

Antes de despedirme, me gustaría recomendaros el libro “Mi dieta cojea” de Aitor Sánchez, que ha sido best-seller durante las navidades y que tanto me ha inspirado. Por otro lado, a los que sois de Asturias, comentaros que Sonia Oceransky tiene una escuela de cocina macrobiótica, además de consulta y talleres de alimentación.

Os dejo con esta cita de Hipócrates que me encanta:

“Nuestra comida debería ser nuestra medicina y nuestra medicina debería ser nuestra comida”

 

Redactado por María Arnaldo.

13 Feb

Rompe las reglas y conviértete en Kathrine Switzer

Vivimos en tiempos de culto al cuerpo, de la vida fitness y de exponer nuestra healthy lifestyle en cualquier foro o red social para demostrar que concordamos con una sociedad preocupada por unos cánones de belleza que se alejan de aquellas siete cabezas que instauraban los antiguos griegos y que tantas veces dibujé en mis clases de arte. En tiempos donde el atletismo recibe el nombre de running poco nos acordamos de personas que dieron verdadero sentido a un deporte o estilo de vida que a fin de cuentas significa libertad.

Kathrine Switzer tiene una historia rápida de contar, tan rápido como ella corre. Desde temprana edad, siendo su padre el principal motivador recorría cada tarde una milla. Al llegar a la universidad, Kathrine tenía unas metas más ambiciosas, correr una maratón. Desafiando a su entrenador demostró que 42 km no eran nada para ella y en un primer entrenamiento batió 49 km en tiempo récord. De acuerdo con el reglamento nada impedía que una mujer participase en tal prueba y así fue como consiguió un dorsal que pasaría a la historia (el 261), y que contaría con sus iniciales, hecho que no hizo despertar las sospechas de los organizadores. Kathrine inició la carrera el 19 de abril de 1967 y uno de los comisarios (Jack Semple) no daba crédito de ello y quiso tomar cartas en el asunto.

 

Para la historia, quedarán las imágenes de Semple corriendo detrás de Kathrine antes de que su novio empujara al hombre para dejarla correr, lo único que ella quería hacer. Paró el cronómetro en 4 horas y 20 minutos pero fue descalificada. Aquel fue el punto de partida de Kathrine que trabajó activamente en la igualdad de las mujeres en las carreras populares. Lo cierto, es que Kathrine nunca se conformó y su historia no acabó siendo la de la primera mujer en hacer una maratón, sino que fue un pequeño paso de una larga carrera.

Romper con lo establecido, apostar por cambiar el mundo o luchar por un sueño debe ser siempre motivo de sentirse orgulloso y ser un ejemplo. En definitiva, querer es poder, desafiar a tu entorno no es difícil si contamos con una constante que deberíamos tener siempre presente aunque de vez en cuando se nos olvide, la ACTITUD.

Redactado por Lara Iglesias

08 Feb

«Pégame un viaje» a la realidad.

Cuando veis una noticia en el telediario, un artículo en el periódico o tenéis una conversación sobre los refugiados, la guerra de Siria y el comportamiento de Europa al respecto, ¿cómo os sentís? Yo creo que hay dos opciones que contestarían la gran mayoría. Una de ellas es con frustración, rabia o tristeza de ver a esas familias, esas personas que luchan por entrar en Europa, o que una vez aquí carecen de un hogar o simplemente de un país donde poder desarrollarse.

La otra opción es la indiferencia. No porque seamos tan crueles que todas esas personas no nos den pena si no porque vivimos con los ojos cerrados a las realidades que no tenemos tan cerca nuestro. Lo vemos como algo muy lejano que no podría pasarnos a nosotros y estamos tan acostumbrados a verlo en las noticias y en los medios todo el rato que ha pasado a no afectarnos.

Por eso mismo nos hace falta una dosis de realidad y hoy os quiero hablar de personas. Y es que aunque parezca mentira, nos cuesta darnos cuenta que tras cada noticia hay un refugiado, una persona  con su propia historia. Yo me he podido acercar un poco más a estas personas gracias a Pablo, autor del blog “Pégame un viaje” y además de creador en su canal de YouTube donde contó su experiencia en un campo de refugiados de Grecia. Pablo es un periodista de Alicante que pasó de tener una conversación con su compañera de piso sobre gente conocida que había estado colaborando en campos de refugiados a comprarse unos billetes de avión a Grecia, para pasarse 15 días como voluntario en el campo de Filippiada.

A su llegada le impresionó todo mucho, el estado del campo, la organización… “El primer día, nada más llegar, me gastaron una broma. Cogieron todos los tópicos que se tienen de ellos, los multiplicaron por veinte y los usaron contra mí para acabar todos riéndonos entre un ‘Era broma, Pablo. Bienvenido a Filippiada’.” Y es que a pesar de la situación de los refugiados él comenta que son muy agradecidos, saben que los voluntarios están allí para ayudarles en la medida de lo posible y lo valoran mucho, por lo que suele haber buen ambiente entre todos. «Mi voluntariado se centraba en la tienda del té. Allí preparábamos bidones enormes de té dos veces al día y hacíamos actividades con los pequeños: desde jugar hasta cepillarnos los dientes. También animábamos aquello poniendo música y dejándonos llevar por los bailes sirios y kurdos que nos enseñaban.»

Pablo también comenta que un día en el campo es bastante complicado para los refugiados y no porque no tengan comida o un sitio donde dormir, si no porque allí están desocupados, no tienen un trabajo ni obligaciones, los niños no van a la escuela y es imposible seguir con su educación. No se les permite tener ningún tipo de trabajo en el campo, ni siquiera colaborar con los voluntarios.

Personalmente, la parte que más me gustó de todo lo que documentó Pablo en su estancia en Filippiada son una serie de videos donde entrevista a varias personas refugiadas que viven en el campo, cuentan su historia y como han llegado hasta allí.

No es lo mismo escucharlo en las noticias que contado en primera persona, ¿verdad? Nos damos cuenta de la verdadera y dura historia de todas las personas que pasan por ello, que arriesgan su vida cruzando el Mediterráneo invirtiendo todo su dinero en la esperanza de poder continuar su vida de manera digna pero se encuentran con una especie de limbo, donde el tiempo pasa pero ellos no pueden hacer nada para seguir adelante. No todos tenemos la misma oportunidad que Pablo, de ir de voluntario hasta Grecia, ni dinero para poder donar, pero la ayuda empieza conociendo sus historias. Desarrollando nuestra conciencia social y poniendo nuestro conocimiento en acción.

06 Feb

Reflejos

 

«-Dios mío, Claudia. Estás guapísima – sonreí y abracé a mi mejor amiga. Ignoré, como siempre, esa punzada en el estómago que notaba, ligera, de vez en cuando, y seguimos hablando de lo que nos había ocurrido esa semana, mientras disfrutábamos de un café con leche en uno de nuestros rincones favoritos.

Volví a casa, como siempre, bombardeando mi mente con información. Fijándome en cada detalle, en cada reflejo, en cada charco, y en cada mirada de las personas que me cruzaba por la calle. También me dio tiempo a analizar las dos horas que había pasado charlando con Claudia. Era increíble lo guapa que estaba. Volví a notar la punzada en mi estómago, pero esta vez fui consciente de ella. Fruncí el ceño. ¿Me habría sentado algo mal?

Sacudí la cabeza y seguí caminando hasta llegar al paso de cebra. Mi pelo se revolvía inquieto cuando un coche pasaba demasiado deprisa. Me giré para colocármelo detrás de la oreja, y de reojo observé mi reflejo en la cristalera de la tienda de ultramarinos que se ubicaba al lado del paso de cebra donde me encontraba. Aparté rápidamente la mirada. El semáforo se puso en verde y crucé veloz. Tenía muchas ganas de llegar a mi casa y descansar. El día había sido largo.

Llegué a casa y saboreé el calor que me recibió al entrar.  Era uno de esos pequeños placeres, como el de ver la lluvia caer desde el sofá de tu casa mientras bebes una taza de café o de chocolate caliente… Me quité las botas y las guardé en el armario de entrada. Entré en mi habitación y comencé a desvestirme. Deslicé el jersey de lana por mis brazos y cabeza, y luego hice lo mismo con el pantalón, agachándome para recogerlo del suelo.

Reparé entonces en un movimiento a mi izquierda. Me giré para contemplar mi reflejo. Involuntariamente cerré los ojos y apreté los puños, pero me obligué a abrirlos. Notaba mi respiración algo más agitada de lo normal, al tiempo que iba recorriendo lentamente mi cuerpo con la mirada. Cuando llegué a mi rostro, me asusté. La mujer que me miraba al otro lado del espejo tenía una mueca amarga en la que se podía entrever cierto desprecio. Mis ojos, más abiertos de lo normal, parecía que hubieran visto una gran evidencia, o contemplado un crimen.

Respiré hondo y volví a mirarme a los ojos, pero esta vez sólo encontré ira en ellos. Lo entendí, por fin, todo.

– No puedo hacer que me quieras ahora mismo – le dije a mi reflejo – pero ten por seguro que la próxima vez que me mires, me querrás más – toqué el espejo, a la altura de mi mejilla derecha, con las yemas de mis dedos – Cada minuto, cada hora, cada día… – sonreí de verdad, por primera vez ese día – …un poquito más.

– ¿Con quién hablas? – la voz masculina de mi marido me sobresaltó y me llevé la mano al pecho. Él comenzó a reírse, y luego puso una mirada pícara y se acercó a mí, agarrándome por la cintura – Me gusta cuando me das estos recibimientos… – me miró entera, haciendo referencia a mi cuasi-desnudez.

– Eres idiota, casi me matas del susto – le besé con una media sonrisa en los labios.

– Anda, calla, preciosa – me cogió en brazos y me tiró en la cama, junto a él. Y en su mirada lo vi. Vi el amor que yo también quería encontrar cada mañana, cada tarde y cada noche cuando me mirase al espejo. Le sonreí con dulzura y le besé, sintiéndome feliz y afortunada, y deseando comenzar el reto que tenía por delante.»

02 Feb

La importancia de la inteligencia emocional (II)

La última vez que escribí hablaba de la importancia de la inteligencia emocional, basado en la investigación del Dr. Daniel Goleman. Y os voy a contar una cosa: Desde la fecha de ese artículo, he tenido dos entrevistas y algunas conversaciones con completos desconocidos, y en ambas, este concepto ha sido discutido. No discutido directamente, ya que hasta la fecha, nadie me ha preguntado cuán inteligente emocionalmente soy, sino en preguntas, respuestas, frases no dichas…  lo que me hace no dejar de pensar en la importancia de la inteligencia emocional.

Para refrescarnos la memoria, decía que se trata de la habilidad de identificar, entender, controlar nuestras emociones y comprender también aquellas de los demás a nuestro alrededor, para crear una atmósfera positiva y de crecimiento. En otras palabras, no dejando que las emociones nos controlen, ya que no es un hábito sano. Decía también que la importancia de la inteligencia emocional es que, las emociones, cuando no manejamos correctamente las emociones, están pueden hacernos daño, ya que influyen nuestra vida diaria de una manera mucho mayor de lo que pensamos.

Pensando en la misma idea, y sin querer que hoy leáis mucho, he pensado en dejaos con 3 de charlas TED que recomiendo, ya que leer textos e información está muy bien, pero escuchar ideas en acción es un complemento muy bueno! He seleccionado estas charlas, ya que, hablando de inteligencia emocional (siendo este un término tan complejo), me parecen 3 buenos conceptos con los que podemos empezar hoy (y hasta mi próxima entrada), por las 3 siguientes razones:

1º. Porque es importante ser humilde para aprender siempre algo de los demás, sea quién sea. En esta charla Adora Svitak recuerda la importancia de estar abiertos a aprender de aquellos que tienen mucho que compartir, dale al play para saber a quién se refiere!

https://www.ted.com/talks/adora_svitak#t-224999

 

 

2º. Porque tenemos el optimismo programado en nuestro ADN, y la doctora Tali Sharot habla de investigaciones que demuestran que tal vez nuestro cerebro realmente está ‘cableado’ para que tendamos a ver el lado bueno de las cosas.

https://www.ted.com/talks/tali_sharot_the_optimism_bias

 

3º. Porque la compasión es uno de los productos de la inteligencia emocional, y en palabras de Tippett: todos y cada uno de nosotros, frágiles e imperfectos como somos, incapaces como podemos sentirnos, tiene exactamente lo que necesita para ayudar a reparar la parte del mundo que podemos ver y tocar.

https://www.ted.com/talks/krista_tippett_reconnecting_with_compassion/transcript?language=es#t-933877

 

Espero que os inspiren y animen tanto como a mí.

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