Seguramente, muchos de nosotros hayamos ido de campamento alguna vez en nuestra vida. Y, seguramente también, todos hemos experimentado el desánimo y la tristeza de despedir a ese grupo de personas con quienes tuvimos la fortuna de compartir una semana, quince días o incluso un mes de nuestro verano. Es probable que a todos nosotros se nos hayan desatado los afectos (llámense lágrimas) en ese momento en que nos toca decir adiós y en el que todos nos prometíamos mantener el contacto con tanta gente buena. Y hasta tal punto nos embargaba esa tristeza que cuando regresabas a casa y volvías con tus padres, la alegría del reencuentro no era capaz de suplir la tristeza de la despedida y era necesario regresar a la rutina de siempre para disipar la pena.
Pues bien, de forma parecida me sentí yo durante la noche de ayer. En esta ocasión, no habían sido quince días sino seis meses, no habíamos compartido juegos sino una ilusión común que nos alimentaba a todos y, lejos de haber formado parte de nuestro tiempo de ocio, organizar el evento TEDxOviedoUniversity 2015 se convirtió en un tarea que requirió altas dosis de esfuerzo y de renuncias. Ayer, como los niños que se dicen adiós al finalizar un campamento, nosotros también nos hemos prometido mantener el contacto y conservar esa pasión que nos ha caracterizado desde septiembre .
He de reconocer que me siento un auténtico privilegiado por haber podido formar parte de un equipo maravilloso que, resumidamente, hizo que el día de ayer fuese posible. Pero eso ya es pasado. El presente es la huella que 17 personas han dejado en mí y que son las culpables de esta tristeza que me lleva invadiendo durante todo el día. Presente es todo lo que he aprendido y disfrutado de ellos -y con ellos- y el placer de haber sido aceptado en el Equipo como uno más de sus miembros. Presente es, por último, la seguridad, alegría y confianza que da saber que todavía hay gente así: dinámica, trabajadora, responsable, comprometida, noble, cordial… Sin duda, las coordinadoras del evento supieron elegir de quiénes se rodeaban pero resulta igualmente indudable que este grupo humano no habría sido lo mismo sin ellas, las que se han dejado pedacitos de alma para que la jornada de ayer saliera adelante, las que han tenido que morderse la lengua y pedirnos calma cuando nos asaltaban los reveses y las que, desde el esfuerzo, la firmeza y la humildad, nos han permitido conseguirlo a la vez que lo conseguían ellas. Carlota, Aida, a vosotras, como cabezas y representantes que sois de todo el equipo: toda mi gratitud y admiración. Deberían poneros como ejemplo de conducta y liderazgo bien ejercido en todos los institutos y colegios de España.
Y es que, como os decía, desde ayer por la noche llevo sufriendo esa sensación apenada con la que iniciaba este artículo. Porque, por desgracia para mí, al igual que les ocurría a los niños del campamento cuando se reencontraban con sus padres, sé que hasta que no regrese a mi rutina de siempre, esta tristeza de la despedida seguirá siendo más fuerte que la esperanza de todo cuanto está por hacer y de aquellas experiencias buenas que están por venir. Sin embargo, espero tener motivos para que esta tristeza no me dure demasiados días y nos veamos todo el grupo dentro de no mucho. Familia TEDx, simplemente gracias.
Daniel Rodríguez Rodero