Las cero alternativas

Hoy incluyo una invitación al cambio. Nada de divagaciones líricas como he colgado otras veces, sino cambios concretos y bien definidos. Comencemos.

Se trata de una sencilla técnica ideada por el célebre escritor de novela negra americano, Raymond Chandler, el padre del detective Philip Marlowe, cuya hazarosa vida quizá se asome algún día por este blog. Esta técnica consiste en trabajar sin parones ni apenas respiros durante un determinado número de horas en un proyecto cualquiera, el que tú elijas. El número de horas también dependerá de ti, si bien lo esencial es que este tiempo sólo se dedique a trabajar en dicho proyecto o a la tentadora tarea de no hacer nada. Para ello, necesitamos establecer las siguientes condiciones o principios.

1. Elige las horas del día que consideres que son mejores para la consecución de tu proyecto. Sé estratégico, ecoge aquellas en las que sepas que vas a rendir más.

2. Despójate de posibles distracciones. Nada de móviles, redes sociales o revistas. Estáis tu tarea y tú. Simplemente.

3. Comprométete de antemano a trabajar en tu proyecto el número de horas que habías estipulado. ¡Y no te pongas excusas para no hacerlo!

4. Una sola tarea durante el tiempo previsto. Recuerda que un esfuerzo mentalmente grande exige una concentración máxima.

5. Un sólo proyecto. Céntrate en aquél que has elegido. Cuando lo hayas logrado, tendrás tiempo para dedicarle tiempo a otras aficiones.

6. También necesitarás tiempo para la contemplación, para pequeños respiros. A veces las cosas se atascan y, si forzamos, corremos el riesgo de que nos explote todo. Hasta a las mejores sierras hay que afilarlas de vez en cuando.

7. Haz o no hagas nada. El resto no sirve.

En resumen, crea un espacio desprovisto de toda posible distracción y sumérgete en una especie de célula del tiempo. La alternativa a no hacer es precisamente esa, no hacer nada o, lo que es lo mismo, la alternativa de las cero alternativas. Ya nos contaréis si os funciona.

Gracias, Marlowe, digo, Chandler.