Si miramos el mar a vista de pájaro, nos parecerá que estamos ante una inmensa explanada de quietud, ante una sábana de tranquilidad y sosiego. Sin embargo, nada hay más lejos de la realidad. El mar se mueve, es inquieto; en él hay olas, corrientes, turbulencias, remolinos, mareas y horas de agitación. A pesar de su mansa apariencia, es movimiento. Con nuestra ciudad -y, sobre todo, con sus jóvenes- sucede algo parecido.
Parece que no hacemos nada, que nos quedamos a verlas venir, que simplemente vegetamos… pero, cuando vas acercando el objetivo a aquello que quieres retratar, percibes que hay una juventud inquieta, inconformista y emprendedora, una juventud que sabe arriesgar porque sabe perder mientras aprende a rehacerse de nuevo. En otra ocasión hablaré de un poema que -pese a no ser técnicamente perfecto- encierra toda una filosofía de vida y que está muy ligado con esta última idea. Es el poema del “If…”, de Kipling. Pero eso será en otro momento.
Como ya he dicho, Oviedo también es ese mar, esa sábana de reposo y placidez que, contemplada a vista de pájaro, se aproxima a una naturaleza muerta. Pero, a pesar de todas las zancadillas que a veces nos ponen y de la mala prensa con la que nos toca lidiar, también hay bastantes jóvenes a quienes no nos gusta lo que vemos y que, simplemente por eso, intentamos cambiarlo. Y, al igual que sucede en las profundidades marinas, en nuestra ciudad también hay mareas y corrientes, olas y tsunamis, turbulencias y maremotos a los que, por desgracia, los estereotipos no permiten prestar atención.
Al fin y al cabo, lo que caracteriza a las grandes acciones es que pasan desapercibidas cuando se contemplan desde lejos a la vez que sirven para renovar y llenar de vida el ambiente en el que se producen. Los miembros del Equipo “TEDxOviedoUniversity”, como el de los demás con quienes compartimos siglas, no nos proponemos ninguna otra proeza; únicamente fabricar la ola con la que conseguir que el mar sea, en efecto, un mar y no un estanque de dimensiones infinitas. Y es justo a subirte a ella, a nuestra ola, a lo que desde aquí te invitamos, a subirte con nosotros a la cresta de esos pequeños cambios que algunos pájaros se pierden cuando vuelan demasiado alto o cuando observan el mar como una sábana estática.
Daniel