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18 Ene

La importancia de la inteligencia emocional

El año pasado mientras estudiaba fuera, escuchaba en una cafetería a una pareja que hablaba sobre las claves necesarias para ‘triunfar’ en la vida y ser una persona ‘exitosa’. En primer lugar tener una carrera con buenas notas, lo que prueba que eres una persona muy inteligente, tener méritos, cuantos más, mejor y además tener experiencia profesional, entre otras. Recuerdo sentirme un poco frustrada de escuchar esta conversación, ya que, pese a que estos son elementos importantes, se dejaban algo en el tintero: La inteligencia emocional.

Para aquellos a los que os suene (o no), la inteligencia emocional es la capacidad que una persona tiene de entender, seleccionar e identificar las emociones de uno mismo, y las de los demás para obtener resultados positivos. Es decir, es el arte de aprender a gestionar bien las emociones, para crear una atmósfera positiva con uno mismo y con la gente que nos rodea.

Uno de los profesionales en la investigación de este concepto fue Daniel Goleman, que popularizó con su libro Inteligencia Emocional en 1995. Es además speaker de una charla TED, que podéis ver al final de esta entrada.

Saber gestionar nuestras emociones no significa que llevemos siempre puestas las gafas de color rosa, y que no esté permitido frustrarse o enfadarse cuando las cosas no salen como deseamos.

La vida está llena de circunstancias que no podemos controlar. Sin embargo, sí podemos controlar nuestras emociones, lo que proporciona un mejor equilibrio mental con nosotros mismos y aquellos a nuestro alrededor, lo que afecta nuestra salud física, mejores relaciones, mayor satisfacción personal e interpersonal y según varios estudios, mayor éxito profesional. Además, sabiendo identificar qué nos ocurre, o que le ocurre a alguien y cuál puede ser el motivo, podemos utilizar las emociones para desarrollar una mayor capacidad de empatía y ayuda hacia los demás.

En su libro, Goleman afirma que lo que marca el éxito o el fracaso entre dos personas con el mismo CI, o incluso una persona con un CI por encima de la media, es precisamente la inteligencia emocional.

Goleman clasifica la inteligencia emocional como un término dividido en dos facetas:

  1. Inteligencia Personal: Es el modo es que nos conocemos y relacionamos con nosotros mismos, y comprende 3 partes:
  • Conciencia en uno mismo: Consiste en la capacidad de identificar y conocerse a uno mismo, tus debilidades, puntos fuertes, entender nuestros estados de ánimo.
  • Auto-control de sí mismo: La habilidad de controlar nuestras propias emociones e impulsos, es decir, pensar antes de actuar. Como por ejemplo, saber decir No.
  • Auto-motivación: El propio término la define. Es la habilidad de seguir adelante, con perseverancia, haciendo frente a las dificultades y levantándose al caer.
  1. Inteligencia Interpersonal: Esta por el contrario, determina el modo en que nos relacionamos con los demás:
  • Empatía: Según la RAE, es la participación afectiva de una persona en una realidad ajena a ella, generalmente en los sentimientos de otra persona. Ponerse en el lugar de otra persona.
  • Habilidades sociales: Es el talento en el manejo de las relaciones con los demás. Conocer a gente nueva, interesarse por historias de los demás, dedicarles tiempo de calidad… etc.

La importancia de la inteligencia emocional es que, las emociones, cuando no se manejan correctamente, pueden hacernos mucho daño, y tienen una influencia en nuestra vida diaria, tanto personal como professional, mucho mayor de lo que pensamos.

En la charla TED que encontráis aquí, Goleman cuenta como un día de hora punta, en el metro de Nueva York, cientos de personas pasaban por encima de un bulto que había el en suelo. Goleman, que recientemente había estado investigando sobre el creciente número de personas sin hogar en Nueva York, no tardó mucho en darse cuenta de que era una persona, a medio vestir, tiraba de costado en el suelo, inconsciente. Era una persona inmigrante que no hablaba inglés, no tenía hogar, ni trabajo, llevaba días sin comer y se había desmayado de hambre. Tras la reacción de Goleman de agacharse, este cuenta que no hizo falta más de un segundo para que una segunda persona también se agachara para ayudar, a lo que siguió una tercera, una cuarta, hasta formar un gran corro, en el que cada una ayudaba de diferente manera como mejor podía.

Acciones como estas desarrollan una mayor inteligencia emocional: compasión, empatía, conciencia de uno mismo y los demás, por esto, dice Goleman, se mantiene optimista, y yo también.

 

 

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