16 Dic

Gandhi también tuvo su lado oscuro

Permitidme que os rompa un mito: Gandhi también experimentó su cambio. Sí, ese anciano venerable al que todo el mundo identifica con la lucha por la igualdad y por los derechos cívicos no siempre fue como nos lo han presentado. No quiero echar por tierra ni su obra ni los valores que le han hecho conseguir la admiración de todos; mi único propósito en esta breve entrada es convenceros de que el cambio es posible.

Hagamos un poco de historia. En 1869 nació el cuarto hijo de Karamchand Gandhi, Primer Ministro de Portband,  al que llamó Mohandas Karamchand Gandhi. En aquel momento la India era una colonia inglesa y la familia de nuestro hombre pertenecía a la casta dominante, por lo que sus padres le dotaron de una educación propia de príncipes. A los trece años le concertaron matrimonio con una joven brahmán tambien adolescente con la que tendría tuvo cuatro hijos. Sin embargo, el trato hacia ella reflejaba los roles machistas propios tanto de la sociedad donde vivía como de su época. El marido dominaba a la mujer en todos los aspectos (también en cuanto a prácticas sexuales y afectivas se refiere) y el matimonio Gandhi no era una excepeción.

Rondando los veinte años, su padre le envió a Londres para que estudiara leyes en el prestigioso University College de la capital inglesa y en 1893 se mudó a Natal (Sudáfrica) con el propósito de ejercer su profesión. Allí se interesó por el trato discriminatorio que sufrían sus desgraciados compatriotas, quienes se situaban en la escala social al mismo nivel que los «negros». Y es aquí donde se refleja claramente ese primer Gandhi al que hacíamos referencia en el primer párrafo. Su lucha no consistió en perseguir los derechos cívicos de todas las personas que en aquel momento sufrían discriminación, sino que se centró exclusivamente en los de sus connacionales.

Una anécdota muy ilustrativa que refleja su mentalidad de juventud es aquella en la que el futuro Mahatma se sintió discriminado porque le expulsaron de un vagón de primera clase y le obligaron a compartir asiento con los negros que ocupaban el de tercera, suceso que le hizo sentirse profundamente ofendido. Como podéis comprobar, tanto el machismo, como el nacionalismo y el racismo fueron algunos de los rasgos que definieron su personalidad primera.

Pero Gandhi cambió, cambió mucho, y lo hizo desde dentro. Pensar que los derechos civiles y políticos que él reclamaba para los suyos no tenían sentido si no se generalizaban a todas las personas, hizo de él un hombre nuevo. Y fue esta nueva concepción del hombre lo que hizo que Gandhi se erigiese no sólo en el padre de la patria india sino en todo un símbolo de la igualdad y del pacifismo. Ya de mayor, el Mahatma (que en lengua india significa «gran guía») manifestó dolerse cuando recordaba su actitud durante aquellos años juveniles.

Sirva el ejemplo de Gandhi para que todos caigamos en la cuenta de que un progresivo cambio desde dentro puede conllevar la transformación, en este caso la independencia, de uno de los países más poblados del planeta. Ojalá su ejemplo cale en nosotros; hasta entonces, paz.

Daniel Rodríguez

 

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