Nosotros, míster Scrooge y los cambios
Es un clásico, uno de esos protagonistas de la Navidad que, como los turrones y los villancicos, nos visita todos los inviernos. Para los más despistados, recordaré brevemente quién es este hombre.
Ebenezer Scrooge es un personaje de ficción nacido de la pluma del genial Dickens y al que todo el mundo recuerda por su infame avaricia. Dickens nos lo pinta como un hombre seco, un tipo gélido y escurrido al que sólo hace feliz el dinero. El oficio de Ebenezer no aparece en la obra. Sí se nos muestra que tiene un trabajador a su cargo y que su trato hacia él es lamentable. Pese a ello, tres ensoñaciones fantasmagóricas le hacen cambiar de actitud y…
No me enrollo más. Todos sabemos la historia y también sabemos cómo termina. A Christmas’ Carol es un entrañable cuento moral que Dickens hizo por encargo y que el tiempo ha ido asociando a su nombre como don Quijote con Cervantes. Y si hoy traigo a colación esta historia es porque no puede ser más acorde al espíritu de nuestro evento. Scrooge transformó su conducta cuando vio que su manera de ser no le hacía feliz, cuando cayó en la cuenta de que por encima de las posesiones está poder compartirlas con alguien y que, después de todo, ver a nuestro entorno feliz nos hace también felices. En otras palabras, hacer felices a los que nos rodean es hacernos felices a nosotros mismos.
Por ello, os invitamos a que penséis qué os enseñaría el espíritu de las navidades pasadas si os visitase esta noche; qué desapercibida realidad del presente nos mostraría en sueños o hacia qué situación del futuro nos trasladaría. Cierra los ojos, busca dónde puede alojarse el sufrimiento a tu alrededor y recuerda los tristes momentos en que has pasado algo parecido. ¿Puedes echar un cable al familiar o al amigo que te necesita? ¿Cómo te ves en el futuro? ¿Crees que haces todo lo posible para merecer la admiración y el cariño que para ti tanto deseas?
Sin embargo, nuestro juego no puede acabar aquí. Hoy es simplemente una noche y el año tiene 365. Velemos porque eso que llaman «espíritu navideño» no muera tras el día de reyes. Hagamos que tal espíritu lo sea de nuestra forma de ser, el de nosotros mismos, y no el de una fecha determinada. De eso van los cambios, de conseguir transformarnos poco a poco con el fin de que sus efectos se noten a largo plazo. Hasta aquí mi discurso de hoy. Que disfrutéis de estas fechas en compañía de la gente a la que queréis y que se den por enterados. Pongamos un poco de pasión en nuestras rutinarias vidas. Y recordad: luchemos para que el espíritu que hizo de míster Scrooge una persona mejor nos acompañe a nosotros durante todo el 2016.
PD: Os dejamos un link donde podéis ver esta clásica historia de la mano de Mickey Mouse y el tío Gilito. Para que no se duerma el niño que todos llevamos dentro. Abrazos.