15 Ene

El valor de lo (in)material

Ahora que han pasado fechas como la Navidad, uno reflexiona. Reflexiona sobre los regalos, el dinero, como han transcurrido esas fechas típicamente familiares, de reuniones de amistades y de comidas interminables.

Pensando sobre estas cosas, casualmente uno se puede encontrar experimentos sociales como este del que os voy a hablar, que no hace más que hacerte reflexionar aún más si cabe. El experimento fue llevado a cabo por un grupo de jóvenes, la Generación del 2015, que se autodefine como “Un movimiento de Millennials que busca desarrollar y difundir los valores fundamentales universales del ser humano mediante el desarrollo de acciones multimedia con el objetivo de concienciar, crear tendencia y generar acciones de cambio en la sociedad”. Al parecer, no toda la juventud estamos perdida, quién lo diría. Chúpate esa educación, ¡algunos sí que consiguen sacar algo bueno de ti!

En el experimento preguntan a 27 jóvenes una serie de cuestiones, hasta que al final descubrimos cual era el sentido de todo ello. Antes de hacer cualquier spoiler mejor os lo dejo aquí, lo veis y después hablamos.

¿Cómo te sientes ahora?¿Qué es lo que despierta en ti todo esto? A mí personalmente me descolocó. Siendo sinceros, cuando pienso en regalar algo ya sea cumpleaños, Navidad, o cualquier otra fecha marcada en el calendario como “Día del Consumo”, no suelo pensar en un simple día con esa persona haciendo lo que más le guste (como jugar a las cartas, un paseo por el pueblo, tomar ese té juntos que tanto le apasiona…). Es triste, que en una sociedad en la que se presume muchas veces de ser personas coherentes, la incoherencia esté tan arraigada que ni la notemos. ¿Cuántas veces habéis dicho o habéis oído la frase “Yo no soy materialista”? Y ahora pensad, en cuántas ocasiones pensáis que eso es cierto, ya no al 100%, sino al 80% (para dar un margen de error, no podemos ser perfectos).

¿Un poco de culpabilidad estoy oyendo ahora mismo? Ahora quizás llegará, para algunos, el momento de intentar redimir ese error, y planear ser menos materialistas. Dentro de estos, un pequeño porcentaje conseguirá llevar a cabo una parte pequeña de ese plan, nada comparado con sus expectativas (y el resto habrán dejado sus maquinaciones en ese mundo que Platón llamó Mundo de la Ideas, demasiado perfectas para existir en nuestro mundo). Y dentro de todo esto, con suerte, con muchísima suerte, uno de todos nosotros conseguirá su objetivo, abandonar un poco las convenciones sociales y disfrutar de la libertad que sólo el que se ha fugado disfruta.

Todo esto, es lo que diría esa persona negativa, que quizás sea verdad, pero que muchos intentan combatir. Grupos como Generación del 2015, o TEDxOviedoUniversity (sí, aquí llega la autopublicidad, alguna flor nos tendremos que echar), están compuestos por gente que apuesta por un futuro, que apuesta por el cambio, por la mejora, por abrir ese Mundo de las Ideas al público.

Muchas gracias a toda esa gente, ¡ESA ES LA ACTITUD! Sigamos caminando en esa dirección, solo puede salir algo bueno de ello. Y en este caso creo que se han removido muchas conciencias, ¡veamos que sale de ello!

24 Dic

Nosotros, míster Scrooge y los cambios

Es un clásico, uno de esos protagonistas de la Navidad que, como los turrones y los villancicos, nos visita todos los inviernos. Para los más despistados, recordaré brevemente quién es este hombre.

Ebenezer Scrooge es un personaje de ficción nacido de la pluma del genial Dickens y al que todo el mundo recuerda por su infame avaricia. Dickens nos lo pinta como un hombre seco, un tipo gélido y escurrido al que sólo hace feliz el dinero. El oficio de Ebenezer no aparece en la obra. Sí se nos muestra que tiene un trabajador a su cargo y que su trato hacia él es lamentable. Pese a ello, tres ensoñaciones fantasmagóricas le hacen cambiar de actitud y…

No me enrollo más. Todos sabemos la historia y también sabemos cómo termina. A Christmas’ Carol es un entrañable cuento moral que Dickens hizo por encargo y que el tiempo ha ido asociando a su nombre como don Quijote con Cervantes. Y si hoy traigo a colación esta historia es porque no puede ser más acorde al espíritu de nuestro evento. Scrooge transformó su conducta cuando vio que su manera de ser no le hacía feliz, cuando cayó en la cuenta de que por encima de las posesiones está poder compartirlas con alguien y que, después de todo, ver a nuestro entorno feliz nos hace también felices. En otras palabras, hacer felices a los que nos rodean es hacernos felices a nosotros mismos.

Por ello, os invitamos a que penséis qué os enseñaría el espíritu de las navidades pasadas si os visitase esta noche; qué desapercibida realidad del presente nos mostraría en sueños o hacia qué situación del futuro nos trasladaría. Cierra los ojos, busca dónde puede alojarse el sufrimiento a tu alrededor y recuerda los tristes momentos en que has pasado algo parecido. ¿Puedes echar un cable al familiar o al amigo que te necesita? ¿Cómo te ves en el futuro? ¿Crees que haces todo lo posible para merecer la admiración y el cariño que para ti tanto deseas?

Sin embargo, nuestro juego no puede acabar aquí. Hoy es simplemente una noche y el año tiene 365. Velemos porque eso que llaman «espíritu navideño» no muera tras el día de reyes. Hagamos que tal espíritu lo sea de nuestra forma de ser, el de nosotros mismos, y no  el de una fecha determinada. De eso van los cambios, de conseguir transformarnos poco a poco con el fin de que sus efectos se noten a largo plazo. Hasta aquí mi discurso de hoy. Que disfrutéis de estas fechas en compañía de la gente a la que queréis y que se den por enterados. Pongamos un poco de pasión en nuestras rutinarias vidas. Y recordad: luchemos para que el espíritu que hizo de míster Scrooge una persona mejor nos acompañe a nosotros durante todo el 2016.

PD: Os dejamos un link donde podéis ver esta clásica historia de la mano de Mickey Mouse y el tío Gilito. Para que no se duerma el niño que todos llevamos dentro. Abrazos.

22 Dic

Abrid los ojos (es Navidad)

Nos acercamos a unas fechas de reuniones, compromisos, cenas y ajetreo. Fechas cargadas de sensaciones, de alegría por ver a familia y amigos, y otras más agridulces por recordar a aquellos que ya no están.

Dentro de todas estas emociones, estaría bien guardar un pequeño fragmento de tiempo para pararnos a analizar y reflexionar. Pararnos a observar el mundo, a apreciar sus matices, sus colores, las distintas formas que toma la naturaleza… Así como prestar atención a aquellas personas de nuestro entorno, seres a quienes queremos y que  tienen el peso de sus propias historias detrás. Fijarnos también en cada uno de sus rostros o sus formas tan distintas de hablar, de gesticular. Pararnos a observar su mirada, su sonrisa, sus detalles… apreciar aquellas cosas que parecen insignificantes pero que son realmente lo importante, los verdaderos regalos. Pararnos a “abrir los ojos” y llegar a comprender que vivir día a día es el mayor de los obsequios. ¿Y cómo podemos agradecer tanto como recibimos? Viviendo, viviendo cada día como si fuera el primero y el último al mismo tiempo.

Dejen que la gratitud se transforme en bendición a su alrededor, y entonces será realmente un buen día”

Carlota Braña y Sara Arrutia

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